lunes, 1 de octubre de 2012

'Info.Doc'


'INFO.DOC: TODO POR AUDIENCIA'. 

¿Dónde están los límites en televisión?

Que la televisión es un negocio nadie lo pone en duda. Que la televisión es espectáculo, tampoco. Pero ¿vale cualquier cosa para conseguir audiencia? ¿Dónde está el límite? ¿Quién debe ponerlo?
Son preguntas muy habituales y que siempre están presentes por acciones como la protagonizada por el equipo de 'El programa de Ana Rosa' para conseguir la confesión de un crimen en directo.

Y es que muchas veces da la sensación de que la pequeña pantalla ha entrado en un territorio sin ley en el que disparar primero es lo único que cuenta.

El año pasado Isabel García confesó en directo ante las cámaras de Telecinco, que su esposo -Santiago del Valle- era el asesino de Mari Luz. El equipo de Ana Rosa, presionó a la mujer con todas sus armas posibles, incluidas menciones a poderes divinos y al castigo en el Juicio Final. Todo parecía valer para alcanzar la gran exclusiva: una confesión en directo en un caso de máxima relevancia mediática.

El programa, como es lógico, sacó réditos de audiencia y ha sido noticia en todos los medios. Así que se ha cumplido su objetivo.

Además, ha reabierto un gran debate, magnificado gracias a la era de las redes sociales donde los comentarios se expanden como la pólvora. Twitter, por ejemplo, ha sido el canal elegido por Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, para disculparse por el trato que su periódico ha dispensado a Ana Rosa.

Al margen de todo el revuelo mediático, que al programa le viene de perlas, y de las consideraciones sobre los métodos de coacción que se pueden utilizar para conseguir la respuesta que se busca, esta acción conduce a una realidad evidente y es que la actividad periodística está entrando en fricción con la labor policial y judicial. ¿Compiten las investigaciones de los medios de comunicación con las de los cuerpos y fuerzas de seguridad? ¿Estamos abriendo la veda a una carrera para poder vender ante una cámara de televisión interrogatorios a personas que pueden estar incriminadas en delitos graves? ¿Dónde quedan los derechos de asistencia jurídica? ¿Qué garantías hay ante un consentimiento del personaje en cuestión para hablar frente a una cámara? ¿Vale todo por la audiencia?

Son muchas las preguntas que parecen flotar en el limbo y que acaban perdiéndose en la vorágine del día a día. El ritmo es tan frenético que casi no deja margen para las respuestas y esto es algo que a algunos parece venirles bien aunque en algún momento habrá que abordar el tema de manera clara.
Y es que Ana Rosa siempre está en el centro de todo este mundo, este año por la "vuelta" repentina para hacer caja con los niños de Córdoba. El programa superó el 22% de share y lideró por encima de Espejo Público... ¿Televisión a cualquier precio?.

Tal vez la imputación de Ana Rosa marque algunas pautas que pongan límites. O puede que todo siga igual y la televisión siga sorprendiéndonos, traspasando barreras mientras nosotros observamos sin pestañear el espectáculo de la vida en directo. 

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